Cartelera

Ficha

Resumen

Es 1986. Jack (Daniel Day-Lewis) vive con su hija Rose (Camilla Belle), una adolescente de 16 años, en una isla abandonada en la que antes había una comunidad que terminó por desintegrarse. Desde entonces, Jack ha estado protegiendo a Rose de las influencias del mundo exterior, pero ahora padece una enfermedad terminal y Rose se está convirtiendo en mujer, lo cual plantea dudas sobre el futuro de ambos. Jack se ha pasado la vida preocupado por el ambientalismo, y se enfurece con aquellos que no comparten sus ideales, como el promotor inmobiliario Marty Rance (Beau Bridges), que desarrolla un proyecto junto a su propiedad. Cuando Jack invita a su novia Kathleen (Catherine Keener) y sus hijos a vivir con ellos, Rose se siente traicionada, y la situación se torna conflictiva.

No es difícil imaginar que hay algo de la relación entre la directora y guionista Rebecca Miller y su propio padre Arthur, el célebre dramaturgo, en este retrato de una conflictiva y compleja relación padre-hija. Y no me refiero necesariamente a los aspectos incestuosos de la relación sino más bien al trasfondo idealista que motiva su aislamiento; después de todo, Miller –que falleció en febrero de 2005, año de producción de esta película- era ante todo un crítico social que siempre denunció, a través de su obra, los valores conservadores de la sociedad estadounidense. Como muchos izquierdistas de los años 50, 60 y 70 sufrió decepciones, pero nunca dejó de lado su espíritu crítico.

Rebecca heredó gran parte de su capacidad de observación, de creación de personajes y de sensibilidad a flor de piel, como ya lo había demostrado en su anterior película, Personal Velocity (2002), basada en un libro propio. Pero también debe haber heredado la capacidad y el registro visual de su madre, la fotógrafa Inge Morath, porque La Balada de Jack & Rose es un relato visualmente poderoso, más allá de las formidables actuaciones de Day-Lewis (esposo de la directora) y de la joven Camilla Bell. Y aunque sobre el final pierde algo de fuerza y aparecen algunas situaciones un poco forzadas desde el punto de vista dramático, permanece como una reflexión interesante sobre ideales quebrados, el inevitable paso del tiempo y el mantenimiento de la independencia.

Por Enrique Buchichio para Uruguay Total