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Ficha

Resumen

La nueva aventura de Indiana Jones (Harrison Ford) empieza en el desierto del suroeste de Estados Unidos en 1957, en plena Guerra Fría. Esta vez sus andanzas lo llevan hasta el rincón más perdido del Perú, donde podría realizar uno de los descubrimientos más espectaculares de la historia: la Calavera de Cristal de Akator, un objeto legendario que también es codiciado por agentes soviéticos dirigidos por la fría, calculadora y letalmente bella Irina Spalko (Cate Blanchett).

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Esta cuarta aventura de Indiana Jones tiene todo lo que tiene que tener: excelentes efectos visuales, buen ritmo, sentido del humor y un montón de disparates divertidos. Y por supuesto a Harrison Ford en el papel de su vida.

El viejo y sus mañas

Boletín de último momento: esto es lo que nuestros padres y abuelos llamaban una “película de matinée”, uno de esos entretenimientos cinematográficos que solían pasar continuados en los cines de antes (cuando los cines no estaban en los shoppings sino en los barrios, donde hoy hay iglesias y supermercados). Por definición, una “película de matinée” solía ser de acción y aventuras, a veces de ciencia ficción, pero nunca podía ser un film realista, de esos que nos inducen a reflexionar sobre las grandes cuestiones de la humanidad. Si algo precisamente pretende una “película de matinée” es alejarnos de la realidad, entretenernos durante una hora y media o dos horas sin que tengamos que pensar, reflexionar, ni cuestionarnos nuestro presente y nuestro futuro.

Ese tipo de cine, el que precisamente él se crió mirando, fue el que intentó homenajear Steven Spielberg en 1981 con Los Cazadores del Arca Perdida, primera aventura protagonizada por el intrépido arqueólogo Henry “Indiana” Jones. Fue un suceso de taquilla, y reavivó el interés de Hollywood por una fórmula que probadamente seguía funcionando y que generó imitaciones inmediatas (Dos Bribones tras la Esmeralda Perdida, La Joya del Nilo) y posteriores (La Momia y sus secuelas). Y, por supuesto, segundas y terceras partes: Indiana Jones y el Templo de la Perdición (1984) e Indiana Jones y la Ultima Cruzada (1989), donde “Indy” se reunía nada menos que con su padre Henry Jones Sr. (Sean Connery).

Casi dos décadas tuvieron que pasar para que una cuarta historia conformara tanto al director Spielberg y al productor ejecutivo y argumentista George Lucas como a la estrella Harrison Ford, que vuelve en uno de los dos papeles por los que será recordado siempre (siendo el otro Han Solo, de La Guerra de las Galaxias). Claro que tanto Ford como Indiana están un poco más viejos, y ese es un detalle indisimulable que el guionista David Koepp (Jurassic Park, La Guerra de los Mundos) aprovecha para anotar dos o tres bromas sobre las consecuencias del paso del tiempo aún en un aventurero como Indiana Jones. Después la historia es una seguidilla de disparates que se acumulan casi sin pausa y con mucho sentido del humor. Bienvenidos disparates. Quiero decir, pedirle realismo a una película de Indiana Jones es un despropósito semejante a pedir que una cinta de Tarantino no contenga violencia. Está fuera de orden. Uno tiene que entrar al cine sabiendo que si se va a poner a cuestionar la verosimilitud de todo lo que va a ver, pues, la experiencia va a ser al menos un poco irritante.

Por eso es que no cabe esperar otra cosa que –OJO QUE VAN SPOILERS- Indiana sobreviva a una explosión nuclear, a un ataque de indígenas salvajes, a hormigas asesinas gigantes, a no una sino tres caídas de cataratas y, por supuesto, a una banda de rusos tan pero tan malos que hasta talan sin compasión –y sin necesidad- la selva del Amazonas. De otra manera no sería una película de Indiana Jones, no sería una “película de matinée”, y Spielberg le habría errado. Y quienes se enojan por las connotaciones políticas y por el retrato que hace de los soviéticos, no tienen en cuenta que la película parodia al cine de clase B de los años ’50, plena Guerra Fría, época de paranoia anticomunista en que se ambienta precisamente la historia. Por eso sus rojos malos son un cliché enorme –y deliberado- y por eso la fría y mortal Irina Spalko que encarna brillantemente Cate Blanchett luce como una villana extraterrestre salida de una película berreta del tipo Plan 9 del Espacio Sideral. Y por eso ese final delirante con alienígenas incluidos, en que Spielberg vuelve a auto referenciarse (en Encuentros Cercanos del Tercer Tipo) como lo hiciera en una escena de La Guerra de los Mundos con su propia Jurassic Park.

Hace poco escribía que Meteoro, la de los hermanos Wachowski, pretendía conformar tanto a sus nostálgicos como a los nuevos espectadores (no conformando enteramente ni a unos ni a otros). No estoy seguro de lo que pueda pasar en este caso, pero me parece que la película no debería defraudar a quienes vimos, por ejemplo, Los Cazadores del Arca Perdida en el viejo cine Censa (y salimos fascinados), aunque quizá luzca algo demodé para un público adolescente de hoy, acostumbrado a otro tipo de vértigo (y a quienes probablemente esté dirigida una próxima entrega, cuyo protagonista y sucesor ha quedado claramente presentado en ésta). No es que la película no tenga ritmo –al contrario- pero maneja unos códigos y unos arquetipos que se parecen a los de un cine de entretenimiento que ya no se hace. En ese sentido, Spielberg demuestra una vez más ser un cineasta clásico. Y como todo lo clásico -incluyendo al propio Indiana Jones- podrá envejecer, pero nunca pasa de moda. Ni pierde las mañas.

Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy