La casa de arena y niebla

La casa de arena y niebla

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  • Titulo original: House of sand and fog
  • Dirección: Vadim Perelman
  • Género: Drama
  • Protagonistas: Jennifer Connelly - Ben Kingsley
  • País: Estados Unidos Año: 2003
  • Duracion: 2h06'
  • Elenco: Ron Eldard - Shohreh Aghdashloo - Jonathan Ahdout
  • IMBD
  • Disponible en: VHS DVD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

Basada en la novela de Andre Dubus III, La Casa de Arena y Niebla narra la historia de dos personas arrastradas a tomar medidas desesperadas para apropiarse de una vivienda. Se trata sólo de un pequeño bungalow en el norte de California, pero para Kathy Nicolo (Jennifer Connelly) es el último vestigio de esperanza en una vida sesgada por el alcoholismo. Cuando un error burocrático la obliga a desalojar la propiedad, Kathy se queda en la calle. El nuevo dueño, un inmigrante iraní (Ben Kingsley), ve en la casa la representación del sueño americano con su familia. Lo que empieza como un conflicto sobre un pequeño y destartalado hogar, termina en un choque de culturas que acabará afectando de manera irreversible a todos los involucrados, hasta un inevitable y terrible clímax final.

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Comentario de Cartelera.com.uy

Mi casa es tu casa

No hay nada que objetarle al director Vadim Perelman, quien se muestra como un realizador de mano segura en esta, su primera película, un denso drama con estructura de tenso thriller. Inmigrante él mismo de origen ruso, en esta película basada en una novela de Andre Dubus III traza un retrato de los sueños y los padecimientos de una familia iraní en Estados Unidos. Claro que su retrato no se agota allí, porque a través de la situación del personaje que hace Jennifer Connelly también se ocupa de desnudar algunas miserias que se esconden detrás del sueño americano.

El guión –del propio Perelman junto a Shawn Otto- se encarga de establecer claramente las motivaciones de cada uno de los protagonistas, es decir, por qué tanto el iraní como la norteamericana necesitan desesperadamente reclamar su derecho a esa vivienda. No logra, en cambio, que el espectador se apiade de ambos del mismo modo, tal vez porque en su intención de humanizarlos termina generando seres imperfectos, de proceder reprobable y hasta de moralidad ambigua (en este sentido es clave la relación entre el iraní y su esposa).

Pero en definitiva de lo que se trata, básicamente, es de hacer crecer el drama. Y vaya si el drama crece. A cierta altura uno se da cuenta de que La Casa de Arena y Niebla alcanza la categoría de “dramón”, ese término que nuestras madres suelen usar cuando quieren referirse a una obra que castiga desmesuradamente a sus personajes. De hecho uno llega a sentir –sobre todo hacia el último tramo de la película- que la cuerda del dramatismo se estira y de hecho llega a romperse, forzando los acontecimientos –no del todo imprevisibles- para que al final uno entienda lo que la historia, en definitiva, pretende ser: una lección de moral sobre la ambición y la solidaridad del ser humano.

A pesar de los excesos del libreto, la película atrapa gracias a la notable dirección de Perelman, apoyada sobre todo en la impecable fotografía de Roger Deakins (habitual colaborador de los hermanos Coen) y en el sugestivo clima aportado por el compositor James Horner. Claro que el drama no existiría sin un elenco comprometido como el que éste exhibe: Connelly no sorprende, reitera los sufrimientos de la joven drogadicta que hizo en Réquiem para un Sueño (otro dramón), pero demuestra que es una talentosa actriz hasta no hace mucho desaprovechada; Ben Kingsley sigue probando su amplitud de registro (recordar nomás que fue Gandhi y también el asesino psicópata de Bestia Salvaje), si bien en algunos momentos aquí luce algo sobreactuado; y la verdadera revelación es Shohreh Aghdashloo, una actriz iraní que participó en alguna película de Abbas Kiarostami (Gozaresh, de 1977) y en roles secundarios como musulmana en Estados Unidos (¿qué más?) antes de recibir una nominación al Oscar por este trabajo. Considerando que el premio se lo llevó la insulza actuación de Renée Zellweger en Cold Mountain, bien podría hablarse de una injusticia.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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