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Ficha

Resumen

Antoine y Olga (Denis Ménochet, Marina Foïs) son una pareja francesa que se instala en una pequeña aldea del interior de Galicia. Allí llevan una vida tranquila en contacto con la naturaleza. Sin embargo, un conflicto con sus vecinos, los hermanos Anta, hará que la tensión crezca en la aldea hasta alcanzar un punto de no retorno. Ganadora de 7 premios Goya 2023, incluyendo mejor película y mejor director.

Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

Bestial y sublime

 

Advertimos que la siguiente reseña incluye revelaciones sobre la trama (spoilers).

 

El suceso real sobre el que se basa libre pero verazmente la historia data del 2010 cuando, en una zona rural de España, dos trabajadores matan y esconden el cuerpo – aparece recién en 2014 – de un neerlandés que junto a su esposa se oponían a la venta de sus terrenos a una multinacional, siendo que la condición para que el negocio se concretara pasaba porque todos los habitantes del pequeño pueblo estuviesen de acuerdo. Si bien este adelanto puede incomodar a algunos lectores, dos aclaraciones: por un lado, el asesinato se da al promediar la anécdota y también de verdad entendí imprescindible este avance para comentar una gran película que enfrenta y pone en un espejo al ser humano ya desde lo virtuoso pero también desde lo más instintivo y brutal.

 

Cuando el director Rodrigo Sorogoyen se entera del caso, al compartirlo con su habitual guionista Isabel Peña, coinciden en que iba a ser una película en la que el tino y madurez con que manejaran la trama sería decisivo. Por lo que cuentan y por cómo lo cuentan, cualquier mínimo detalle podría hacer desbarrancar el asunto. Dieron en el blanco.

 

Yendo directamente al film, todo comienza cuando un matrimonio francés de mediana edad, Olga y Antoine, llega a una zona rural de Galicia con el fin de cultivar productos orgánicos y también de reciclar casas abandonadas tratando de incentivar la concurrencia a un pueblo cercano a extinguirse por falta de habitantes. En un principio el trato de los lugareños – todos humildes trabajadores rurales – es casi correcto; el tema se complica cuando una multinacional ofrece comprar las tierras para instalar un parque eólico con la condición de que todos tendrían que estar de acuerdo con la transacción. Cuando el matrimonio francés se niega, el trato hacia ellos se vuelve agresivo, y en especial dos hermanos vecinos del matrimonio comienzan con una escalada de violencia que deparará en el asesinato de Antoine.

 

Una de las grandes proezas del guion de Sorogoyen y Peña, está en haber eludido de forma para nada demagógica los blancos y negros. Una escena que se da en el bar donde los habitantes del pueblo concurren cuando no trabajan es elocuente al respecto. Ese pasaje de casi 15 minutos, que sucede con el conflicto ya instalado, lo conforma un diálogo - entre Jan, uno de los hermanos lugareños, y Antoine – en el que cada uno expone sus razones. Por un lado, Jan tratando de que Antoine comprenda que esta es una oportunidad para aliviar vidas llenas de sacrificios y postergaciones, mientras que el francés – ya intuyendo que su vida corre peligro - desde una óptica más citadina e intelectual, apelando a su derecho de no vender en pos de plasmar intenciones relativas a lo ecológico y que también depararían beneficios para los habitantes del lugar. Dos mundos opuestos sin dudas.

 

En estos momentos la tensión dramática llega a su mayor y mejor nivel y, de verdad, los argumentos esgrimidos asoman válidos desde ambas posiciones. La referencia a otro gran film español reciente, Alcarrás (2022) de Carla Simón, aparece de forma notoria: mismos conflictos, mismos intereses, distinta resolución.

 

Ante una mirada atenta, ese diálogo anticipa el asesinato que se dará pocos minutos después. La primera escena de la película lo anticipa cuando en una especie de ritual lugareño conocido como “A rapa das bestas”, dos hombres inmovilizan a un caballo con el fin cortarle las crines y marcarlo.

 

Ya con el crimen consumado, hay cierto cambio en el tono narrativo, esa especie de intenso thriller rural va tornándose en algo más contemplativo y pausado. Aquí toma preponderancia la búsqueda de Antoine por parte de Olga, su esposa. El paso de los años no parece amedrentarla y sale cada mañana por los bosques del lugar a pesar de la poca atención que la policía local brinda a sus reclamos. Siempre en un marco de excelencia llegamos a otro momento cumbre y que tiene que ver con otro extenso diálogo, ahora entre Olga y su hija de 23 años que llega al lugar con el fin – infructuoso – de que su madre vuelva con ella a la ciudad. También dos mundos y realidades opuestas, también mucha tensión y argumentos plausibles de ambas partes, pero aquí - y a diferencia de aquel diálogo entre Jan y Antoine - el amor sobrevolando cada palabra, aún las más duras.

 

Esta notable película merecía un elenco acorde. Y de verdad creo que las excelentes labores la potencian. En un marco por demás correcto de todo el elenco, merecen un destaque especial el Antoine del francés Denis Ménochet (el de la primera escena de Bastardos sin gloria, que esconde a su familia en el sótano cuando el gran Hans Landa llega a su casa) es de gran sensibilidad y gran nivel. Pero la labor más destacada, tanto que hasta me faltan palabras para describirla, es la de Luis Zahera como Jan. Su decir y su rostro conjugan muchas veces al mismo tiempo expresiones de fiereza, resignación y desesperación de forma tal que hace que estemos ante una de las más notables y tocantes actuaciones de los últimos tiempos.  

 

Podría decir mucho más sobre una de las películas que más me llegó, conmovió y me hizo reflexionar en los últimos tiempos. Sólo agregaré una palabra: sublime.

 

Por Pablo Delucis para Cartelera.com.uy