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Ficha

Resumen

El protagonista ha sido encerrado durante 15 años sin razón aparente, y sin saber por quién o quiénes. En el transcurso de ese tiempo, su esposa ha sido asesinada y todas las pruebas lo inculpan a él, convirtiéndolo virtualmente en un prófugo de la justicia. Al salir de su extraña prisión - de manera tan misteriosa como entró - tendrá cinco días para descifrar el enigma, enterarse por qué destruyeron su vida y, sobre todo, llevar a cabo su venganza. Premio especial del Jurado en el Festival de Cannes 2003.

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Definitivamente no para todos los gustos, esta violenta y asombrosa película coreana promete convertirse en una de las verdaderas sorpresas del año.

El sabor de la venganza

Mirando una película como Old Boy, uno se da cuenta a qué se refieren los críticos de cine cuando hablan del sorprendente cine que se está haciendo en el Lejano Oriente. Habría que ver hasta qué punto el film de Park Chan-wook es realmente representativo de esa camada proveniente de Asia, pero ciertamente merece todos los elogios y premios (incluyendo Cannes) que ha recibido.

A primera vista Old Boy parece apenas una película de género, un curioso film de acción (a la oriental, claro está, lo que quiere decir que la acción nunca es gratuita sino que está justificada por una trama argumental compleja) centrado en la idea de venganza; como una versión masculina y extrema de Kill Bill. Solo que lo que era estilización y humor negro en Tarantino aquí es virtuosismo y drama. En efecto, Park Chan-wook es un virtuoso. Convierte varias de sus escenas en verdaderas proezas cinematográficas, como cuando deconstruye el espacio durante ese combate entre el protagonista y varias decenas de matones, que tiene lugar en un corredor angosto. En lugar de filmar todo desde una punta o la otra del pasillo, o en planos cortos unidos por un montaje vertiginoso (o sencillamente ubicar la pelea en un espacio más abierto), el director coloca la cámara desde uno de los costados laterales, como si hubiese derribado una de las paredes del corredor. Pero no solo eso: toda la secuencia es filmada en un único plano, sin intervención de cortes, apelando más a la coreografía y probablemente a cierta improvisación “controlada” de sus actores.

Es apenas un ejemplo; conviene no revelar mucho porque gran parte de la experiencia de ver Old Boy tiene que ver con la sorpresa, con lo que uno no espera que pase y sin embargo pasa, con lo que se anticipa para luego retomarse más adelante con una derivación inesperada. Con una aparente simpleza de personajes que, sin embargo, esconde una profundidad y ambigüedad insólitas, donde nadie es del todo bueno ni nadie es del todo malo. Se trata sin dudas de una de las mayores sorpresas cinematográficas del año. Estamos ante la revelación –al menos para Uruguay- de un cineasta original y seguro de sus medios, que sabe exactamente dónde ubicar la cámara, hasta dónde subrayar con la banda sonora y cómo equilibrar la truculencia y la violencia con un gran sentido dramático y hasta algunos toques de humor muy bizarro.

Hay que decirlo: no es una película para todos los gustos. Estamos hablando de una película donde el protagonista se come un pulpo vivo frente a la cámara, donde se practica una extrema forma de ortodoncia con un martillo, y donde alguien puede amputarse a sí mismo para demostrar que está dispuesto a cualquier sacrificio por un poco de clemencia. Pero si se asume el riesgo, uno comprobará hasta qué punto el verdadero goce de ver una película puede esconderse en donde menos lo esperamos.

Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy