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Ficha

Resumen

Alcira Soust Scaffo es la poeta uruguaya que se convirtió en mito al resistir escondida en un baño los 12 días que el ejército mexicano ocupó la UNAM en 1968. Una mujer que osciló entre el delirio y la cordura, entre azoteas, árboles y casas de Uruguay y de México, su país de adopción. Allí se convirtió en leyenda y aquí en un misterio. A través de sus cartas, poemas y las huellas que fue dejando en familiares y amigos, esta película busca conocer a la persona detrás del mito.

 

Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

La espina no, la flor

 

Ya desde su niñez el hoy fotógrafo y director de esta película, Agustín Fernández Gabard, notaba que sus mayores, cuando se referían a su tía abuela Mima, lo hacían de forma tal que no lograba descifrar si lo que sentían era vergüenza, admiración o un poco de cada cosa. Es que Alcira Soust Scaffo, aquella maestra rural que en los finales de la década del 50 y a sus 28 años partió rumbo a México becada por la Unesco para volver más de 30 años después, se fue transformando en un misterio aún para sus familiares, que poco supieron de ella durante todo ese tiempo.

 

Alcira fue poeta, pintora, artista plástica, sirvió de inspiración a gente como los escritores Roberto Bolaño y Pedro Revuelta, vivió muchas veces de la caridad de sus amigos, plantó a su paso muchos árboles y regó muchas flores. Pero el motivo por el cual la figura de Alcira tomó casi dimensiones de leyenda en México, es que luego de que los militares tomaron la UNAM en diciembre de 1968, Alcira sobrevivió 12 días encerrada en un baño tomando agua y comiendo papel higiénico. Tamaña gesta impidió que formara parte de la gran cantidad de alumnos y profesores que fueron apresados ese día.

 

Ya entrando en aspectos más terrenales, muchos afirman que el accidente de tránsito que tuvo lugar al poco tiempo de llegar a Ciudad de México – en el que se dice que perdió un embarazo – fue el principio de ciertos desequilibrios psíquicos y mentales que la acompañaron hasta su muerte, que tuvo lugar en Montevideo unos años después de su regreso.

 

Lo primero que hay que destacar de este documental son la valentía y la honestidad con la que Fernández Gabard aborda una historia que lo toca tan de cerca desde lo familiar y afectivo. Justamente en los temas más dolorosos y punzantes es que la película alcanza su grado mayor de profundidad, ternura y empatía. Su nula experiencia en la dirección pasa desapercibida; demuestra tino, sensibilidad y los aportes de gente con sobrados y demostrados méritos como por ejemplo Sergio de León, como asistente de dirección, y Carlos Casacuberta en la música, elevan el resultado final.

 

Seguramente a partir de ahora, Alcira dejará de ser para su familia casi un tema tabú. No se me ocurre mejor reconocimiento para este trabajo.

 

Por Pablo Delucis para Cartelera.com.uy