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Ficha

Resumen

Del aclamado director Alexander Payne (La elección, Entre copas, Los descendientes), Los que se quedan trata de un malhumorado profesor (Paul Giamatti) de una prestigiosa escuela estadounidense que se ve obligado a permanecer en el campus durante las vacaciones de Navidad para cuidar de un grupo de estudiantes que no tienen a donde ir. Con el tiempo, establece un vínculo inesperado con uno de ellos, un problemático alumno (Dominic Sessa), y con la jefa de cocina de la escuela, que acaba de perder a su hijo en Vietnam (Da'Vine Joy Randolph).

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Comentario de Cartelera.com.uy

Espíritu navideño

 

Alexander Payne lo ha hecho de nuevo. Qué garantía de buen cine es este señor, nacido en Omaha, Nebraska, en 1961. Ver sino su filmografía, compuesta de comedias dramáticas maravillosas como La elección (1999), Las confesiones del Sr. Schmidt (2002), Entre copas (2004), Los descendientes (2011), Nebraska (2013) y ahora esta Los que se quedan, que se suma a la lista con absoluta tranquilidad. Si hasta el corto 14e Arrondissement, que dirigió para el film en episodios Paris, je t'aime (2006), era un prodigio de humanidad y observación.

 

Payne es uno de esos directores de bajo perfil, que se toma su tiempo en volver a filmar, siempre interesado en pequeñas historias que abordan la complejidad del ser humano con una calidez absoluta. Sus películas suelen ser comedias más o menos sutiles (La elección es una comedia de cabo a rabo), cuyos protagonistas enfrentan algunos dilemas morales para conseguir lo que quieren o las consecuencias de lo que han sido sus decisiones vitales. A veces tienen comportamientos absurdos, incluso delirantes, pero siempre, tarde o temprano, encuentran un momento de revelación en el cual deben decidir qué clase de ser humano quieren ser.

 

Mucho de eso está en esta nueva película, una de las más elogiadas y premiadas de su filmografía, sobre todo por las actuaciones (más al respecto más adelante). El guion de David Hemingson (un guionista con experiencia en televisión, pero aquí a la altura de su primer largometraje) es muy preciso en cómo presenta a sus tres protagonistas y en cómo establece las bases para esa convivencia forzosa en un colegio durante las vacaciones de inverno. Que todo eso suceda, además, durante las fiestas navideñas (en que los vínculos familiares son revisados, puestos a prueba o directamente conflictivos) ofrece un trasfondo particular a la historia de cada uno de ellos. Mientras que el profesor Paul Hunham (Giamatti) no tiene familia por decisión propia, la cocinera Mary (Da'Vine Joy Randolph) está en pleno duelo por la muerte de su hijo en Vietnam y el joven Angus Tully (Dominic Sessa) se siente distante e ignorado por su familia, especialmente por su madre.

 

La interacción entre los tres les llevará a resignificar esas realidades y a tomar decisiones que les permitan cambiar de rumbo, o al menos intentar algo distinto. Salir del hastío, morosidad o rutina que implican sus vidas. La película está llena de situaciones, encuentros y diálogos de una humanidad exquisitas, que permiten ir revelando facetas desconocidas de los personajes, hasta ahora ocultas bajo la fachada que habían elegido mostrar de sí mismos. En ese aspecto, quizás la más radical de esas transformaciones (sin hacer spoilers) sea la de Paul, un hombre cínico que parece condenado a un rol de educador que quizás disfrutó en algún momento. Ya no. El personaje podría perfectamente ser una extensión del escritor frustrado que encarnaba el propio Giamatti en Entre copas, pero trasladado a 1970 y cambiando sus conocimientos en vino por los de historia.

 

A propósito de 1970, ya desde los títulos de créditos iniciales el director imprime al film una estética que remite al cine de aquella época. También en su forma de usar la cámara en mano en varios momentos y de emplear recursos como el zoom para acercarse rápidamente a algún personaje. La banda sonora por su parte es una delicia setentosa, con temas de Cat Stevens, Badfinger, Labi Siffre y otros artistas de la época.

 

Pero The Holdovers no sería la belleza de película que es sin sus tres protagonistas. Giamatti ya no sorprende, el tipo hace bien cualquier papel y su por momentos desquiciado Paul Hunham es una de sus mejores actuaciones hasta la fecha; merece todos y cada uno de los premios que ha ganado y que va a ganar. Lo mismo debe decirse de las revelaciones actorales de la película: Da'Vine Joy Randolph y Dominic Sessa. Los tres componen personajes contradictorios, complejos y disfrutables, que de a poco se van ganando la complicidad y la empatía del espectador. Que la película pase continuamente de la comicidad más absoluta a momentos de genuina emoción es, en gran parte, también un mérito de ellos.

Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy