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Ficha

Resumen

Inés viaja a Kiruna, un pueblo sobre el círculo polar ártico-sueco y a más de trece mil kilómetros de Uruguay. Revisita su pasado de exilio plasmado en centenares de cartas escritas a mano entre ella y su padre, preso durante 14 años en Uruguay. Cartas en las que compartieron sueños y dificultades, donde la escritura y la familia se convirtieron en un puente para estar juntos, donde sea.

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Comentario de Cartelera.com.uy

Las cartas que sí llegaron

 

Cuando Pablo Martínez Pessi, el director de este film, presentaba en 2015 en Estocolmo su documental Tus padres volverán, una mujer uruguaya se da a conocer y comparte con él una historia de vida sobre la que el director, además de conmoverse, pensó que bien podía ser material para un próximo trabajo. Seguramente la temática de una película (excelente, además) que recrea la visita a Uruguay en diciembre de 1983 – cuando la dictadura uruguaya estaba en su última etapa - de 154 niños familiares de exiliados, impulsó a Inés Noueched, una ingeniera uruguaya radicada desde su niñez en Suecia (al principio en Kiruna y luego en Estocolmo), a compartir con Martínez Pessi su historia: desde 1974 hasta 1985 se comunicó con su padre Juan José a través de más de 200 cartas que atravesaron 13.000 kilómetros, mientras este ex bancario fallecido en 2020 estuvo preso en las cárceles uruguayas de la dictadura. Cuando el director toma contacto con esa correspondencia aquella idea inicial de encarar una película se confirmó plenamente.

 

Uno de los grandes aciertos del film es que, desde un principio, el espectador empatiza y se pone en la piel de padre e hija, personas que desde el amor buscaban por medio de esas cartas saber sobre ese otro que estaba tan lejos pero también contar y compartir estados y sentimientos propios. Es así que por medio de la propia Inés leyendo esas cartas de antaño, y conociendo el texto de las de Juan José a través de la lectura sentida del periodista y actor Diego Castro, tomamos contacto de forma directa y entrañable del vínculo que esa correspondencia iba forjando. Por ejemplo, de cómo Inés buscaba respuestas que en su mente de niña le costaba encontrar y, por otro lado, las palabras cuidadas y muchas veces escritas con un dejo poético por Juan José, además del interés por saber de las actividades cotidianas de su hija, trasuntaban sus propios estados de ánimo tomando siempre recaudo de evitar en sus palabras las situaciones más duras por las que seguramente atravesaba. En estos pasajes, la fotografía de Andrés Boero Madrid, el montaje a cargo del director y Cecilia Trajtenberg y la música también de Trajtenberg, son el complemento ideal a lo que las cartas cuentan, ya sea por medio de paisajes y tonos de gran belleza pero que la mayoría de las veces transmiten inequívocamente soledad y desamparo, y también con momentos de silencio que ahondan la emoción y la reflexión.

 

Al promediar el film ya nos encontramos con Juan José visitando hace pocos años en Suecia a sus hijas Inés, Claudia y Verónica. En estos momentos, ya con otros recursos narrativos, el interés y la emoción no decaen y es a través de los diálogos - ya sea entre todos juntos o de Inés con cada uno de ellos por separado - que Martínez Pessi logra algo habitual en sus documentales y que define la calidad y la valía de este tipo de trabajos. El espectador siente que en esos diálogos la cámara no existe, y que estamos siendo testigos privilegiados de cómo esas personas comparten sentimientos, dolores y emociones de forma espontánea, natural y sincera.

 

En síntesis, decir valioso de este trabajo es poco y demuestra que los vínculos no tienen límites cuando el interés y el amor por el otro son verdaderos. Fue una suerte que esta vez, y a diferencia del título de un gran libro de Mauricio Rosencof, estas cartas sí llegaron.

Por Pablo Delucis para Cartelera.com.uy