Harry Potter y las reliquias de la muerte - Parte 1
Ficha
- Titulo original: Harry Potter and the Deathly Hallows - Part 1
- Dirección: David Yates
- Género: Drama-Fantasía
- Protagonistas: Daniel Radcliffe - Rupert Grint - Emma Watson
- País: Estados Unidos-Reino Unido Año: 2010
- Duracion: 146'
- Elenco: Ralph Fiennes - Helena Bonham Carter - Michael Gambon
- IMBD
- Tipo: Película
Ficha
Resumen
En esta primera parte del capítulo final, Harry, Ron y Hermione se proponen continuar la misión de hallar y destruir el gran secreto de la inmortalidad de Voldemort: Los Horrocruxes. Sin contar con la guía de sus profesores y sin la protección de Dumbledore los tres amigos deben confiar en sí mismos más que nunca. Pero hay fuerzas oscuras en medio de ellos que amenazan con separarlos.
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Comentario de Cartelera.com.uy
En pocas palabras…: Probablemente la mejor de la serie desde El Prisionero de Azkaban (2004), HP7 es una película de clima denso, oscuro y ominoso, excelentemente filmada. Solo habrá que esperar algunos meses para comprobar si el capítulo final está por lo menos a la altura de esta primera parte.
Al maestro Tolkien, con cariño
Toda historia tiene un final, y el de la saga de Harry Potter – al menos en su versión cinematográfica – viene dividido en dos partes. Tras ver Harry Potter y las reliquias de la muerte - Parte 1 (HP7) es evidente que esa división responde a una decisión meramente comercial; queda la sensación de que todo lo que cuenta esta primera parte del final podría haberse condensado en menos tiempo, permitiendo cerrar la saga en su entrega número siete. ¿Pero por qué hacerlo si se puede obligar al espectador a pagar dos entradas en lugar de una? Las dos partes de Kill Bill eran justificadas (cada una era una película maravillosa en sí misma), las tres de El Señor de los Anillos también (la fidelidad al texto de Tolkien así lo requería); las dos mitades del final de Harry Potter, no.
Eso no quiere decir que HP7 sea una pérdida de tiempo. Es más, probablemente es la mejor película de la serie desde El Prisionero de Azkaban (dirigida por Alfonso Cuarón en 2004), y no me refiero solo a lo que cuenta (o a su importancia en la trama de toda la historia) sino más bien a sus valores estrictamente cinematográficos. En ambos sentidos, de todos modos, HP7 implica una sustancial mejora respecto a su inmediata predecesora (Harry Potter y el misterio del príncipe, 2009), que fue tal vez la más aburrida e intrascendente de todas.
En HP7, por primera vez, la acción se desarrolla enteramente lejos de las paredes de Hogwarts. A medida que Lord Voldemort afianza su poder, y que la zona de seguridad que rodea a Harry se va empequeñeciendo, aquellos en quienes el joven mago puede confiar unen fuerzas para protegerlo. Pero viendo el peligro al que sus amigos y protectores se someten, Harry – cual Frodo al final de La Comunidad del Anillo – decide partir solo… no sin la compañía de sus inseparables amigos Ron y Hermione – al mejor estilo Sam en El Señor de los Anillos (perdón pero van a encontrar más de una referencia aquí a la obra maestra de Tolkien, a la que esta película en particular le debe mucho).
Al igual que Las Dos Torres (segunda parte de El Señor de los Anillos), HP7 es en cierto modo una película “puente”, concepto reforzado además por su separación del verdadero desenlace y clímax de la serie, que se estrenará recién a mediados de 2011. Pero al igual que Las Dos Torres, no es una película intrascendente; todo lo que sucede en ella es consecuencia lógica de lo que ha venido pasando, y prepara el terreno para lo que seguramente sucederá. Es cierto que su sucesión de acontecimientos (en la que hay poca acción física, mucho diálogo y varios momentos de tensa calma) podría haberse contado en menos tiempo, pero no menos cierto es que la película adquiere, por primera vez en la saga, un clima denso, oscuro y ominoso que es totalmente coherente con el quiebre que significa esta etapa casi definitiva en la vida de los personajes.
El juego (si es que así puede llamársele a todo lo ocurrido hasta ahora) ha terminado; ahora es tiempo de guerra, de vida y/o de muerte, del infierno desatado en la tierra. Desde la primera escena, en la que Voldemort y sus secuaces someten a una víctima a una cruel tortura y asesinato, queda claro que HP7 no es una película para niños. Más bien se diría que es una película para los niños que vieron Harry Potter y la Piedra Filosofal hace nueve años, y que ahora son adolescentes o jóvenes de la misma edad que sus personajes.
HP7 incluye, de manera un poco más explícita que en sus predecesoras, una abierta alegoría sobre regímenes y fanatismos racistas, al plantear la persecución a la que son sometidos los “mestizos” y los “muggles” (humanos ajenos al mundo de la magia) y peor aún, los magos que fomentan la interacción y el relacionamiento de cualquier tipo con los “muggles” (quienes son considerados por los magos fundamentalistas poco menos que traidores). En este sentido, un villano como Lord Voldemort (que proclama la supremacía de los “sangre pura”, o magos hijos de padres magos) es la forma que la escritora J.K. Rowling encontró para describirle a sus lectores juveniles lo que fue Hitler, ni más ni menos.
Todo esto, sumado a los conflictos internos que enfrentan los tres jóvenes protagonistas (profundizados por la posesión del guardapelo que altera su carácter y su percepción de la realidad, como sucedía con Frodo o quien osara colocarse el anillo único), hace que HP7 sea una película un poco más “adulta” que el resto de la serie, y una en la que – como ya se ha señalado – tiene más protagonismo el devenir emocional de los personajes y sus cavilaciones que el mero despliegue de acción y efectos visuales (que los hay y son estupendos, por supuesto).
Desde el punto de vista estrictamente cinematográfico, esa “madurez” también se nota en la firme dirección del británico David Yates (quien ya había dirigido las dos entregas anteriores). HP7 no sólo es una película excelentemente filmada, sino que – al igual que Azkaban – incluye al menos un par de secuencias que están entre lo mejor de la serie. Una de ellas es la incursión del trío protagónico en el Ministerio de Magia (donde es posible volver a disfrutar, aunque sea por un par de minutos, de la deliciosa composición que hace Imelda Staunton de la perversa Dolores Umbridge); la otra es la formidable secuencia de animación en la que se relata “La fábula de los tres hermanos”, que forma parte de “Los cuentos de Beedle el Bardo”. Y, como si fuera poco, el final exhibe la misma combinación de calma antes de la tormenta y promesa de batalla épica con que se cerraba – otra vez – la segunda parte de El Señor de los Anillos. Solo habrá que esperar algunos meses para comprobar si ese capítulo final está por lo menos a la altura de esta primera parte.
Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy