El topo
Ficha
- Titulo original: Tinker, tailor, soldier, spy
- Dirección: Tomas Alfredson
- Género: Drama-Thriller
- Protagonistas: Gary Oldman - Colin Firth
- País: Reino Unido-Francia-Alemania Año: 2011
- Duracion: 120'
- Elenco: Benedict Cumberbatch - Stephen Graham - Tom Hardy - John Hurt
- Sitio oficial IMBD
- Disponible en:
- Tipo: Película
Ficha
Resumen
El topo es un thriller de espionaje basado en el best-seller de John le Carré. Su historia se ubica en los años 70: George Smiley (Gary Oldman), un veterano miembro del Servicio Secreto británico, es sacado de su retiro ante sospechas de que un doble agente que trabaja para los soviéticos, un "topo", está infiltrado entre las altas esferas del servicio. Con ayuda de otros retirados y de algún agente fiel, irá recabando información y encajando las piezas que le lleven al traidor.
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Trailer
Comentario de Cartelera.com.uy
En pocas palabras...: No es una película "agradable" ni "entretenida"; es una película incómoda y cerebral apenas perturbada por pequeñas alteraciones en sus personajes. Como las de George Smiley, en la brillante composición de Gary Oldman.
El enemigo interior
Cualquier aficionado a la literatura sobre espías conoce el nombre de John le Carré. Nacido David John Moore Cornwell en Inglaterra, en 1931, John le Carré es a las novelas de espionaje lo que John Grisham a las de abogados. Y al igual que Grisham (que ejerció derecho antes de dedicarse a escribir), le Carré basa su obra de ficción en su experiencia previa como miembro de los servicios de inteligencia británicos. Hay, sin embargo, al menos un par de diferencias básicas entre los dos: por un lado, un consenso bastante generalizado entre los críticos que dice que le Carré es mejor escritor; por el otro, una ambigüedad moral en sus personajes que los vuelven más complejos, más contradictorios y bastante menos idealistas (e ideales) que los heroicos defensores de la ley creados por Grisham.
Después de El espía que vino del frío (1963), Tinker, Taylor, Soldier, Spy (1974) es tal vez la novela más representativa de su estilo, que de alguna manera redefinió el thriller literario de espionaje. Le Carré proponía una aproximación más ambigua, más psicológica y más humana a un género literario que Ian Fleming había popularizado - con su serie de James Bond - a través de la acción puramente física y de la certeza moral de su personaje. Mientras Fleming reafirmaba la entrega absoluta de 007 "al servicio secreto de su Majestad", le Carré cuestionaba - en plena Guerra Fría - el compromiso y la convicción de sus personajes, explorando las semejanzas que los emparentaban con sus enemigos políticos.
La estupenda adaptación que hacen Bridget O'Connor y Peter Straughan de El topo (título en español del original Tinker, Taylor, Soldier, Spy) es tan fiel a la novela original que, claro, decepciona a quienes esperan ver algo así como una versión británica de Bourne. Casi no hay acción (entendiendo "acción" por despliegue físico: peleas, persecuciones, balazos y todo eso); los personajes se acumulan sin que resulte fácil, al menos al comienzo, distinguirlos unos de otros (salvo por las características físicas de cada uno); y, sobre todo, nos falta un héroe con el cual identificarnos. Un idealista en quién confiar. Los funcionarios del servicio secreto aquí descritos son, en su mayoría, una sarta de burócratas sospechando permanentemente unos de otros, con mucha más preocupación por cuidarse el propio pellejo que por preservar los intereses del "mundo libre", como se le llamaba antes de 1989 a casi todo territorio que había al oeste del muro de Berlín (con excepción de Cuba, claro).
En medio de todos ellos, escudriñando y olfateando con extrema precisión, está George Smiley, un gran personaje literario del género y - a partir de ahora - un gran personaje cinematográfico. Sacado de su retiro para hallar al "topo" (o manzana podrida) que se ha infiltrado en lo más alto del servicio secreto, Smiley es como un científico que observa a sus ratones antes de decidir a cuál va a diseccionar. O, mejor dicho, como un depredador inteligente y paciente que acecha sigilosamente a su presa sin que se pueda prever cuándo vendrá el tarascón.
Hay quienes encuentran a Smiley como un personaje gris, opaco y monocorde, y es que en cierto modo lo es: Smiley tiene la grisura (y hasta el gesto, diría) de un ratón, y es tan funcional al sistema para el cual trabaja como una silla, una computadora o un teléfono. Pero en manos de Gary Oldman se convierte en un personaje tan rico en matices y al mismo tiempo tan sobrio y oscuro que contrasta claramente con los villanos histriónicos por los que el actor británico es más conocido (como el Drácula de Coppola, el agente corrupto de El perfecto asesino o el Zorg de El quinto elemento). Se trata de uno de sus mejores trabajos, y que haya sido reconocido con una nominación al Oscar es un justo gesto de parte de una Academia que no suele fijarse en interpretaciones tan sutiles, tan controladas y sin brillo aparente.
Hay una escena brillante en la que Smiley se sale de su libreto, de la compostura que mantiene aún frente a las circunstancias más estresantes, que denota no sólo la genial composición de Oldman sino también el finísimo trabajo de puesta en escena del director sueco Tomas Alfredson (Criatura de la noche): Smiley relata a un colega un episodio de su pasado que lo sigue perturbando hasta hoy, y en lugar de insertar un flashback (la película está llena de ellos) registra el envejecido y desencajado rostro de Oldman en brutal primer plano. El efecto es doblemente significativo, porque mientras genera la sensación de que el personaje está reviviendo aquel momento como si fuera un flashback, al mismo tiempo coloca al espectador casi en el rol de interlocutor pasivo de Smiley.
Sólo ese momento alcanzaría para ubicar a El topo entre las mejores películas de 2011, pero no es el único: también está esa misión fallida en Budapest, al comienzo (un prodigio de observación y montaje), esa constante opresión empapelada (gran trabajo de la directora de arte Maria Djurkovic) y el clima de paranoia en que viven los personajes, y que se transmite con formidable precisión al espectador. El topo no es una película "agradable", ni "entretenida"; es una película incómoda y cerebral apenas perturbada por pequeñas alteraciones en sus personajes. Las pocas que se permiten cuando no están operando desde las sombras, al servicio secreto de su Majestad.
Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy